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    S I G N I F I C A C I O N E S D E P E R T E N E N C I A I N S C R I P C I O N E S Y F I S U R A S

    Resumen

    En este trabajo se analiza la condicin crtica de los jvenes en la sociedad global.A partir de las condiciones de desempleo, exclusin educativa, pobreza ymarginacin, se analizan los efectos que estos problemas han generado a los jve-nes. Se presentan algunas caractersticas de los dos principales tipos de jvenesque existen en la actualidad: los jvenes incorporados y los jvenes disidentes. Porltimo, se analiza el extravo de la juventud al mostrar la dificultad para planteare impulsar propuestas de transformacin social.

    Abstract

    This text analyze is the critical condition of the young people in the global society.Parting from the conditions of unemployment, educative exclusion, poverty andmarginal situation, itself analyze the effects that its problems haven the youngpeople. The show ame characteristics of the two types principales of youngers:the incorporated young and disident young. Last analize the errors of youth andthe difficulties from to expound and to impel proposeal of social transformation.

    Jvenes frente al abismo

    Ral Enrique Anzalda Arce*

    * Profesor-investigador de la Universidad Pedaggica Nacional. Direccin electrni-ca: [email protected]

    TRAMAS 24 UAM-X MXICO 2006 PP. 105-134

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    Hablar de juventud es ubicarnos en un plano bastante abstracto ygeneral, que deja de lado la complejidad y diversidad de los modosde ser de los sujetos que se engloban con este trmino. En esa dimen-sin de generalidad, la juventud es entendida como la manifestacinsociocultural de una etapa de la vida previa a la edad adulta. Unaambigua fase de transicin que inicia con la adolescencia y que debe-r culminar con una supuesta madurez en la que el sujeto terminapor adaptarse a las exigencias de la vida social y laboral, asumiendolos roles de trabajador, ciudadano, cnyuge, padre de familia, consu-midor, etctera.

    La juventud, para Erikson (1974) es una etapa marcada por unamoratoria psicosocial en la que un sujeto, que ha alcanzado la madu-racin biosexual, ha de retardar su capacidad para procrear, a fin deprepararse para entrar al campo laboral. Es una etapa en la que con-vencionalmente se espera que el sujeto estudie una carrera profesio-nal, ensaye roles y culmine con su insercin en un trabajo que lepermita lograr la independencia socioeconmica de su familia deorigen y establezca una familia propia. Esta concepcin de juventudes establecida desde la convencin del mundo adulto a partir de sig-nificaciones imaginarias instituidas, que marcan un referente iden-titario ideal al que se espera que los jvenes tiendan. Sin embargo,el proceso de construccin identitaria de la juventud est signadopor mltiples contradicciones que provienen de factores econmi-

    Estoy desesperadosta es mi frustracinMe veo aqu esperandopor nuestra destruccinMalditos asesinosque en nombre de la cienciainventan proyectilespara volar la tierraQuin es ms peligroso?Ellos o nosotros?

    Masacre 68, Ellos o nosotros

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    cos, polticos y socioculturales, que alejan a estos sujetos de los patro-nes convencionales.

    El presente trabajo es una reflexin acerca de las condiciones enque los jvenes intentan insertarse en la compleja sociedad en quevivimos.

    Construccin social de la juventud

    La concepcin convencional de la juventud se centra fundamental-mente en definir al joven a partir de parmetros biolgicos enmarcadosen periodos de edad ambiguamente determinados. Esta concepcinadolece de pensar al sujeto como un organismo que se desarrolla endiversas etapas dentro de un continuo temporal ahistrico, en el quela cultura y las condiciones sociales tienen poca injerencia.

    Contrario a esta concepcin convencional, entendemos por ju-ventud una categora histrica, una construccin cultural que aludea la forma en que cada sociedad organiza la transicin de los sujetosde la infancia a la edad adulta. Este proceso es acompaado por unaserie de significaciones imaginarias que instituyen formas de ser, va-lores y concepciones acerca de lo que se espera de los sujetos que seencuentran en este trayecto.

    Cabe sealar que no todas las sociedades abren un particular es-pacio temporal para esta transicin de la niez al sujeto adulto. Asi-mismo, las sociedades que s consideran esta fase, la dotan decontenidos y sus formas de expresin que pueden ser sumamentevariables, incluso dentro de una misma sociedad. As vemos que laconcepcin de juventud y sus manifestaciones puede ser distinta paralos diferentes estratos socioculturales que la componen. Esto demues-tra el carcter histrico y cultural de la juventud y sus contenidos.

    A pesar de esta heterogeneidad, podemos sealar que en Occi-dente, la juventud, como hoy la conocemos, es fundamentalmenteuna invencin de la posguerra (Reguillo, 2000:21). Aparece en uncontexto en el que los pases vencedores con un desarrollo industrialy econmico considerable, parecan acceder a condiciones de vidafavorables para una buena parte de su poblacin, lo que impona un

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    estilo de vida caracterizado por el abundante consumo de mercan-cas. Los valores y los patrones sociales del consumismo se difundanhacia los pases perifricos como la forma de vida ideal. En este con-texto los diversos sectores de la sociedad (nios, jvenes, adultos;hombres y mujeres) se convertan en blanco de mercancas especfi-cas y por tanto se buscaba constituirlos en sujetos de consumo de pro-ductos particulares.

    A la par de las estrategias mercantiles de instaurar sectores especfi-cos de consumidores, se instauraban discursos que abogaban por lasingularidad de los sujetos de cada sector. As, por ejemplo, aparecan losdiscursos a favor de los derechos de los nios, de los jvenes y de lasmujeres, principalmente. stos reivindicaban la existencia particularde cada uno de estos sujetos, que adems se convirtieron en objetos deestudio especficos para las ciencias sociales. Tal es el caso en especialde los jvenes.

    Por otra parte, en el campo educativo, se afianzaba el discursopsicopedaggico que intentaba orientar, a partir de los conocimientospsicolgicos, los procesos de enseanza-aprendizaje. Estos discursosreiteraron y especificaron, cada vez ms, las diferencias entre nios,adolescentes y jvenes, con la presunta intencin de intervenir cien-tficamente en la educacin, adecuando las estrategias educativas ala edad y a las caractersticas psicolgicas de los sujetos, con el objeti-vo de disminuir las deficiencias de aprendizaje y hacer ms eficientela enseanza.

    [...] la educacin se fue convirtiendo cada vez ms en una empresapsicolgica [...] se identific al sujeto que haba de ser educado como unconglomerado de atributos definidos estadsticamente [...] como atri-butos del individuo en las formas de personalidad, afecto, sensibilida-des perceptivas y cognicin (Fendler, 2000:68).

    De hecho, la concepcin de juventud en las sociedades industria-les alude principalmente al sector de la poblacin que se encuentraestudiando, preparndose para su insercin laboral. Como prototipoideal se asoci a la juventud con el estudio y se promovi la identidadestudiantil como modelo identitario. Sin embargo, en la actualidad,

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    las condiciones sociales han convertido a la educacin, especialmente ala educacin media superior y superior, en un espacio cada vez mselitista y restringido, de manera que los jvenes enfrentan el reto deconstruir otros referentes identitarios distintos al de ser estudiantes.

    Otro factor que contribuy a conformar la concepcin de juven-tud en nuestras sociedades, fue la aparicin del los llamados movi-mientos juveniles de la posguerra. stos cobran importancia por sucarcter contestatario que pona de manifiesto las crisis latentes delcapitalismo industrial. El descontento frente a los valores tradiciona-les de la familia, la escuela y la iglesia, a la par de la inconformidadpor las guerras imperialistas (especialmente en Vietnam), marcaronprimero la asuncin de actitudes rebeldes y despus francos movi-mientos de protesta que desencadenaron una reaccin de protestageneralizada en 1968, ao en el que hubo diversas manifestacionesjuveniles en ms de 50 pases, entre los que destacamos las protestasde Pars, en mayo, y las de Mxico, en septiembre y octubre (quedesemboc en la terrible masacre en la Plaza de Tlatelolco).

    La concepcin prototpica del joven como estudiante rebeldeprximo a madurar para incorporarse al mercado de trabajo, se havisto seriamente trastocada por las alarmantes condiciones socialesde pauperizacin, desempleo y menores oportunidades de estudio.Los jvenes de hoy han tenido que transformarse para hacer frente aldesvanecimiento de los referentes de integracin social y a las condi-ciones de marginacin en las que los coloca el capitalismo global.

    Condiciones excluyentes de la globalizacin

    La globalizacin surge al instaurar un modelo de produccin flexibleapuntalado en los avances tecnolgicos que han permitido el fraccio-namiento del proceso productivo y la diversificacin de los centrosde produccin. Paralelamente a estos cambios en la produccin, seha implantado una poltica neoliberal que, entre otras cosas, obliga alos pases a firmar tratados de libre comercio en condiciones desven-tajosas para los ms dbiles, abandonar las polticas del Estado Bene-factor y privatizar la mayor parte de las empresas estratgicas, de

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    seguridad social y educacin. Se ha instaurado un capitalismo salvajeque sin misericordia ha establecido una devastacin social a fin deelevar al mximo las ganancias de las cada vez ms reducidas litesque dominan la produccin, el mercado y las finanzas. A la par quelas lites multiplican extraordinariamente sus ganancias, crece la po-breza extrema.

    Este capitalismo salvaje arrasa con pueblos enteros, socavando susformas de vida, su cultura y sus valores. Los aniquila sustrayndolessu riqueza material y espiritual, ahogndolos en la miseria y la vio-lencia. Por si fuera poco, tambin destruye la naturaleza, poniendoen riesgo al planeta en su conjunto. En la bsqueda de la mximaganancia para una reducida lite se arrastra al planeta entero a la des-truccin. Uno de los fenmenos que ms preocupa en la actualidad alos analistas sociales es el grave problema del desempleo, que cobracaractersticas estructurales.

    La exclusin laboral

    El modo de produccin capitalista, durante siglos, haba cifrado sudesarrollo fundamentalmente en la ganancia extrada de la explota-cin del trabajo. En la actualidad, los avances tecnolgicos han des-plazado de manera importante a la mano de obra. Las mquinas hanvenido sustituyendo a los hombres en sus puestos; esto ha significadopara el capitalista una enorme ventaja, no slo porque producen ms,con mayor precisin y rapidez, sino porque resultan ms baratas ysin conflictos. Esto ha generado paulatinamente una reduccin cadavez ms importante de la mano de obra.

    A la par de la sustitucin del hombre por las mquinas, el vertigi-noso crecimiento de la poblacin ha producido un incremento im-portante de la oferta de trabajadores, que al combinarse con unaprogresiva reduccin de la demanda laboral, va generando un abara-tamiento del trabajo y una seleccin ms exigente de los trabajadoresque se emplean. Esto ha generado el subempleo, que es la contrata-cin de personas con una formacin superior a la requerida por elpuesto, percibiendo un salario muy inferior al esperado por su esco-

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    laridad y experiencia. Vivimos un mundo en el que cada vez haymenos empleo y los pocos puestos existentes son temporales, por logeneral mal remunerados y sin ninguna proteccin social. Los pues-tos de base con prestaciones sociales, cada vez son menos y tienden adesaparecer. La idea de un trabajo o una profesin para toda la vidason cosas del pasado.

    El modelo de produccin flexible que hoy impera exige la cons-tante modernizacin de la planta productiva, lo que implica la nece-sidad de trabajadores altamente calificados. De manera que paraocupar los escasos puestos vacantes, se requiere una mayor capacita-cin e incluso un grado considerable de especializacin. Sin embar-go, tambin se requiere de gran flexibilidad para poder adaptarse alos cambios tecnolgicos y en caso necesario cambiar constantemen-te de puesto. Adems de una mayor preparacin, se demanda un altogrado de creatividad, para que sea el trabajador el que lleve a cabo lasinnovaciones tanto en el proceso de produccin como en el produc-to mismo.

    La flexibilidad tambin se busca en la legislacin laboral. Ah sedemandan reformas jurdicas que eliminen contratos colectivos y todotipo de regulacin que obstaculice las nuevas relaciones laborales:contratos temporales, generalmente a destajo, donde se exige unaenorme productividad regida por estrictos parmetros de calidad yexcelencia. Este nuevo orden laboral se caracteriza por una sobreex-plotacin del trabajador (Gonzlez, 1999). Se trata de sacar el mxi-mo provecho posible al personal contratado, sin importar su desgastefsico y emocional. Para ello se emplean incentivos de todo tipo, ascomo la presin mediante la tica de la empresa (ponerse la camise-ta) y los estndares de produccin y calidad, que sirven comoparmetros de evaluacin del desempeo. El costo de la excelencia(Aubert y Gaulejac, 1993) se traduce en un devastamiento humanode la fuerza de trabajo, que culmina con el despido, una vez que eltrabajador ya no rinde lo suficiente de acuerdo con los parmetrosestablecidos.

    La situacin de desempleo y subempleo es tan grave que adquiereel carcter estructural y afecta a todos los pases, incluso a los msdesarrollados: en Japn (2001) la tasa de desempleo ascendi a 5.6

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    por ciento, la ms alta desde 1953; en Alemania (2002) fue de 9.7 porciento de la fuerza laboral, que implica ms de cuatro millones depersonas; en Estados Unidos (2002) alcanz 6 por ciento, alrededorde 8.5 millones de personas. En Amrica Latina, la OrganizacinInternacional del Trabajo (OIT, 2002) estima que en promedio alcan-za 9.3 por ciento, mientras que en frica la cifra se eleva a 14.4 porciento. Este organismo internacional estimaba (en 2003) que 180millones de personas en el mundo no tenan empleo y 550 millonesde trabajadores sobrevivan con un dlar o menos al da.1

    La situacin se agrava si consideramos, adems, que por ejemploen Amrica Latina 7 de cada 10 empleos son informales y ms del 50por ciento de los trabajadores no cuentan con seguridad social.2 Enconsecuencia, vemos que centenares de millones de personas en elmundo sobreviven con salarios miserables, sin poder satisfacer susms fundamentales necesidades y las de su familia. Esta situacincontrasta con los ingresos cada vez mayores de la reducida lite due-a de las grandes compaas transnacionales y de las agencias finan-cieras.3 Los jvenes han sido vctimas de este nuevo orden social ylaboral, pues han tenido que enfrentar el desempleo masivo y lasprecarias condiciones de los escasos trabajos vacantes. Aunada a laexclusin laboral, los jvenes se han visto tambin excluidos de la edu-cacin, lo que sin duda agudiza las contradicciones de su existencia.

    1 Estas cifras han sido reportadas por Luis J. lvarez (2003:189-190).2 En Mxico (1995) el 31 por ciento de los ocupados perciba ingresos menores al

    salario mnimo y 29.5 por ciento reciba entre 1 y 2 salarios mnimos, es decir, 60.4 porciento recibi ingresos de dos o menos salarios mnimos. Esto se refleja en un raquticopoder adquisitivo. Tan slo el salario mnimo en el DF (1997) permita slo adquirir el 15por ciento de la Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales (CNSE) (lvarez, 2003:190),parmetro que se empleaba para identificar a la poblacin sumida en la pobreza.

    3 Existe una enorme desigualdad en la distribucin de la riqueza, por ejemplo: un dueode minas en Sudfrica gana 2 mil millones de dlares al ao, mientras que un obrero en unpas tercermundista percibe en el mismo tiempo el equivalente al 0.000045 por ciento delprimero. Eso significa que tendra que trabajar 2 222 222.22 aos para obtener la cantidadde dinero que el dueo de las minas recibe en un ao (lvarez, 2003:191).

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    La exclusin educativa

    Uno de los efectos de la globalizacin ha sido una nueva distribucininternacional del trabajo, en la que los pases del tercer mundo se hantransformado no slo en abastecedores de materias primas, sino defuerza laboral tcnicamente calificada y sumamente econmica. Elmodelo de produccin flexible (Ramrez y Anzalda, 2000) ha desti-nado a estos pases la tarea de albergar empresas maquiladoras de lasgrandes compaas transnacionales. Esta demanda requiere de unapoblacin con cierta capacitacin tcnica, que sea capaz de laboraren plantas con alta tecnologa. Esto ha hecho que se demande al Es-tado la transformacin del perfil educativo, aumentando la forma-cin de tcnicos y disminuyendo la matrcula de la educacin superior.

    La Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico(OCDE) y el Banco Mundial (BM), han recomendado a los gobiernosmexicanos desde hace ms de 15 aos, aumentar la formacin detcnicos especializados para incorporarse en las empresas maquiladoras(OCDE, 1997:236). Esta recomendacin se justifica con el argumentode que el pas ver incrementado su desarrollo, al aumentar la tasa deempleo y tambin al convertirse en una regin atractiva para la ubi-cacin de empresas maquiladoras de inversin extranjera.

    Dado que el perfil profesional que se intenta favorecer es el detcnico, se sugiere crear carreras tcnicas en los niveles medio supe-rior y superior (de corta duracin, de 2 a 3 aos), a la par que sesugiere la disminucin drstica de la matrcula de las llamadas carre-ras tradicionales (Aboites, 1999).

    Para poner en prctica estos cambios se ha optado por tomar va-rias medidas, entre stas el sensible incremento de escuelas y carrerastcnicas, as como implementar un sistema de evaluacin para distri-buir a los alumnos en el bachillerato.

    Para operar este sistema de evaluacin se cre el Centro para laEvaluacin de la Educacin Superior AC (Ceneval); un organismoprivado que, curiosamente, se ha convertido para el Estado en uninstrumento fundamental para la transformacin del sistema educa-tivo. Una de sus primeras tareas fue la creacin del Examen nico deBachillerato de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Mxico. A

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    partir de este examen el Estado selecciona a los alumnos que egresande secundaria para colocarlos en las instituciones de educacin me-dia superior. La distribucin que se realiza implica la ubicacin for-zada (Aboites y Arriaga, 2004) de una buena parte de los alumnos enescuelas de educacin tecnolgica como los Cetis, Cebetis y el Cole-gio Nacional de Educacin Profesional Tcnica (Conalep). De estamanera el Estado ubica de forma unilateral a los educandos en escue-las tcnicas con el objetivo de incrementar artificialmente la educa-cin tecnolgica.

    El examen nico de bachillerato, se ha convertido en un disposi-tivo de seleccin, jerarquizacin y exclusin para cientos de miles dejvenes a los que se les impide entrar a estudiar en los bachilleratosde la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM) y del Ins-tituto Politcnico Nacional (IPN), los cuales se consideran de mejorcalidad que el resto de las opciones que se les ofrecen. De esta formase les excluye de opciones educativas de su inters.

    Como parte de las polticas neoliberales de certificacin educati-va, posteriormente el Ceneval implement el Examen General deCalidad Profesional, que cambi de nombre a Examen Generalde Egreso de la Licenciatura, mejor conocido como EGEL. A partir deste el Ceneval pretende evaluar la calidad y el rendimiento de losfuturos profesionales en el momento en que egresan de la licenciatu-ra. Este examen comenz a aplicarse en 1995 y, aunque ha sido muycuestionado, se pretende que cubra al menos las carreras ms impor-tantes registradas en la Secretara de Educacin Pblica (SEP). La in-tencin original era que este examen se convirtiera en un requisitoobligatorio para la obtencin del ttulo.4 El EGEL cumple varias fun-ciones en el control de la educacin superior: 1. Homogeneizar loscriterios de graduacin (y formacin) de cada carrera en todas lasinstituciones en las que se imparta; 2. Establecer un rango de exce-lencia profesional;5 3. Generar una clasificacin de profesionales que

    4 Cabe sealar que algunas instituciones educativas han pretendido adoptarlo en sus-titucin de la elaboracin de tesis y el examen profesional.

    5 En 1999 slo 10 por ciento de los egresados que haban presentado el examen yhaban obtenido el rango fijado por Ceneval para obtener el Certificado de Calidad Pro-fesional o Testimonio de Alto Rendimiento (Aboites, 1999:64).

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    sera seguramente un criterio fuerte de seleccin y contratacin en elmercado de trabajo; 4. Proporcionar un criterio de evaluacin de lasuniversidades a partir del resultado que obtengan sus egresados parala asignacin de ms recursos a las carreras con egresados excelentes;5. Propiciar el control de los planes de estudio al inducir, mediante elexamen, un temario nacional para cada licenciatura; 6. Abrir la parti-cipacin del sector privado en la direccin del Plan de Estudios de lasdiferentes carreras universitarias, al incluir entre los asociados delCeneval la participacin no slo de las universidades privadas, sino derepresentantes de organismos empresariales como la Confederacinde Cmaras Nacionales de Comercio (Concanaco), la Cmara Nacio-nal de la Industria de la Transformacin (Canacintra), as como re-presentantes de empresas transnacionales como Microsoft (Aboites,1999:71).

    La transformacin del perfil educativo mexicano privilegia la for-macin de cuadros tcnicos, reduce la matrcula de la educacin su-perior y favorece la privatizacin de la enseanza. Estos cambios hangenerado problemas y contradicciones que tienen un impacto eco-nmico, poltico, acadmico y social. En especial los jvenes hanvisto mermadas sus posibilidades de acceder al estudio profesional.

    El acceso a la educacin es cada vez ms difcil para la juventud, lapreparacin formal se torna ms elitista. Como paliativo, se haincrementado la oferta en carreras tcnicas, que supuestamente ofre-cen salidas laborales al pretender satisfacer las demandas de capacita-cin del mercado de trabajo, pero que en realidad no cumplen conlos requerimientos de los sectores productivos (Aboites, 1999), con-virtindolas en preparaciones infructuosas.

    Paradjicamente, mientras las polticas educativas tienden a res-tringir la matrcula de la educacin superior, la produccin flexiblede la globalizacin requiere de personal polivalente cada vez mscalificado. De ahora en adelante tendrn ms posibilidades de conse-guir un empleo, en condiciones ms o menos aceptables, aquellosque hayan logrado especializarse y logren ofrecer sus conocimientospara insertarse en los nuevos procesos tecnolgicos de produccin,slo los mejor formados y mejor actualizados podrn disputarse losempleos, que cada vez son ms escasos.

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    Efectos devastadores

    El capitalismo neoliberal ha producido efectos devastadores: deterio-ro ambiental, desempleo, miseria generalizada y falta de posibilida-des reales de desarrollo personal. Especialmente el desempleo y lafalta de opciones satisfactorias de estudio, produce en la juventudla incertidumbre desquiciante de no poder construir una identidad yun proyecto de futuro ms o menos viable, ni a corto ni a medianoplazo. Todo esto genera una sensacin de frustracin, impotencia yvaco, que adems viene acompaada de una resignificacin social dela escala de valores, donde el dinero y las mercancas se proponenahora, ms que nunca, como los nicos elementos que pueden darsentido a la vida. Estas contradicciones orillan a muchos jvenes acaer en las adicciones y en la delincuencia, frente al panorama deso-lador que la sociedad les ofrece. La miseria y el hambre han generadouna violencia que amenaza con romper cualquier tipo de lazo social yde regulacin civilizadora. En estas circunstancias los sujetos puedenentrar en crisis y en el peor de los casos pueden caer en la anomia.

    La anomia es una situacin extrema asociada a los procesosmodernizadores que generan severas perturbaciones del ordencolectivo, cuando el sujeto pierde los lmites morales compartidossocialmente. La anomia es la manifestacin ms devastadora de ladesintegracin social, el desmoronamiento de las normas de convi-vencia, la falta de solidaridad con los otros y la carencia de sentido enlas relaciones sociales: [...] es la pesadilla por excelencia, que sumer-ge al individuo al mundo del desorden, el sinsentido y la locura(Zermeo, 1996:31). Los efectos ms visibles de la anomia son laindiferencia, la apata, la depresin y la violencia.

    A pesar de estas desastrosas consecuencias, el capitalismo, en subsqueda insaciable de ganancias, contina con los recortes de per-sonal, el pago de salarios raquticos y el control frreo de las polticaslaborales. El desempleo no slo tiene efectos econmicos desastro-sos, los daos subjetivos son tambin muy importantes. Marx y Engelssostenan que el hombre se hace humano gracias al trabajo, pues lebrinda la posibilidad de desarrollar sus capacidades humanas. Las cr-ticas se volcaban no contra el trabajo en s, sino contra el empleo

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    enajenado: contra la imposibilidad de acceder a los frutos del trabajopropio y contra la explotacin del asalariado.

    Por medio del trabajo el ser humano adquiere una identidad, unrol con el que se identifica, por l se reconoce a s mismo y es recono-cido por los dems. Por el trabajo el hombre se inserta en las relacio-nes de produccin y reproduccin social. No slo obtiene recursoseconmicos, sino que se incorpora con legitimidad en el entramadode las relaciones sociales. La moral social le dota de una dignidadparticular. Esta misma moral lo condena cuando pierde el empleo.

    A pesar de la explotacin y la enajenacin, por lo regular el sujetotiende a establecer una relacin libidinal con su trabajo, pues se en-gancha de alguna manera con su deseo. Esta importancia es tal, queuna de las mximas aspiraciones sociales es justamente trabajar enalgo placentero y satisfactorio. Cuando se pierde el trabajo no slo sepierde un ingreso econmico, se pierde el lugar social, la dignidad, laidentidad, el reconocimiento y la autoestima. Se atenta adems con-tra la capacidad de imaginar y construir un proyecto de vida.

    El desempleo es un proceso de exclusin social que genera fuertesefectos psicolgicos: sume al sujeto en la frustracin, la depresin, laansiedad, la culpabilidad, la inseguridad y la incertidumbre. Es ungolpe brutal contra el narcisismo, se devastan la autoestima y la iden-tidad de tal manera que el yo y el principio de realidad se pueden verseveramente afectados: la situacin puede ser interpretada como uncastigo, como una venganza, como efecto de la envidia, o bien,como una racha de mala suerte. A la vez pueden buscarse solucio-nes mgicas para encontrar trabajo.6

    La desesperacin, la tristeza y la angustia desbordada, puedenincrementar el monto de agresin que se manifiesta hacia los demso hacia s mismo. Cuando se vuelca hacia el exterior perturba lasrelaciones familiares y sociales (el resurgimiento de la xenofobia, porejemplo, puede asociarse a esta violencia); pero tambin puede vol-carse hacia el interior a partir de prcticas autodestructivas como el

    6 Llama la atencin el incremento de anuncios en televisin de servicios esotricos,mediante los cuales se ofrece resolver todo tipo de problemas: desde los sentimentaleshasta la obtencin de empleo.

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    alcoholismo y la drogadiccin; aparecen los trastornos psicosomticosy en ltima instancia puede sobrevenir el suicidio.7

    La amenaza del desempleo, que ahora abarca a todos los estratossociales, se traduce en la presencia permanente del terror, como unaespecie de muerte anunciada que asecha en la oscuridad, que vemoscmo hace vctimas a los dems y aguardamos con pnico el mo-mento en que se apodere de nosotros. El terror que el desempleoprovoca en las sociedades, tiene una vida subterrnea, honda y dura-dera con efectos inconscientes. Cuando alguien ha experimentado eldesempleo en s mismo o en alguien cercano, la huella que deja estaexperiencia es profunda; aunque despus se recupere el trabajo, eltemor a volver a ser excluido se manifiesta de manera constante. Enla sociedad actual, donde priva la eventualidad y el desempleo estruc-tural, esta situacin hace que el terror se instale en la cultura comoun temor permanente que tiene un efecto de demolicin subjetiva.

    La angustia que produce el terror puede anular la capacidad crti-ca y el pensamiento, el impacto es tal que resulta difcil elaborar lasituacin traumtica. Con frecuencia se recurre a mecanismos dedefensa primitivos como la negacin o la proyeccin. Pero paradji-camente lo que se instaura de manera general es la culpa. El desem-pleado tiende a culparse a s mismo sobre su suerte, busca insistente-mente una explicacin que lo responsabilice de lo acontecido. Estaculpabilizacin muchas veces es reforzada por el entorno social don-de prevalece un imaginario que no slo condena a quien no tienetrabajo, sino que adems lo culpa por no tenerlo. El desempleado esblanco de sospechas: qu habr hecho para que lo despidieran?, ten-dr la suficiente preparacin que requiere el puesto?, ser un buen

    7 Las cifras de suicidios han venido incrementndose sensiblemente; por ejemplo,durante el 2002 se reportaron un total de 439 suicidios en el DF; entre stos, 84 (19.13%)eran jvenes entre 11 y 20 aos, las causas de muchos de ellos es el fracaso escolar. Llamala atencin la cantidad de jvenes que se suicidaron por no encontrar lugar en las escuelasdonde queran continuar sus estudios, la mayora eran mujeres con promedio de califica-ciones de nueve que fueron rechazadas en los exmenes de admisin. Del total, 124(28.24%) de los suicidios ocurri en jvenes de 21 a 30 aos, las causas principales soneconmicas, asociadas al desempleo. La cifra ms alta es de 149 (33%) y corresponde apersonas de 31 a 50 aos, muchos de ellos despedidos de su trabajo. Alarman los suici-dios, El Universal, Mxico, 7 de agosto de 2003, p. 1C.

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    trabajador?, ser honrado? Estas sospechas tienden a culpabilizar ala vctima de su condicin y se crea un efecto de soledad y condenapara el desempleado. Al respecto, Freud sealaba que las catstrofesnaturales solidarizan a las sociedades, mientras que las catstrofes so-ciales las disgregan y dividen.

    Esta demolicin subjetiva, lejos de convocar las fuerzas pararevertir esta situacin y cambiarla, crea un estado de mortificacinsocial, de autocastigo, que suprime cualquier iniciativa de accin trans-formadora y sume a las sociedades en la pasividad y la resignacin.

    Estas condiciones sociales dividen a los jvenes en dos grandesgrupos,8 de acuerdo con sus posibilidades de integrarse o no al siste-ma: por un lado estn los jvenes incorporados (Reguillo, 2000:24),que insertos en el sistema, estudiando o trabajando, intentan mante-nerse en l sin hacer cambios sustanciales; por otro, estn los jvenesdisidentes, que siendo excluidos del sistema se rebelan contra ste yen ocasiones intentan conformar una cultura alternativa, a veces defranca oposicin al sistema vigente. Cabe enfatizar que entre estospolos existe una amplia gama de jvenes que transitan de uno a otro,que incluso difcilmente podramos ubicar exclusivamente en uno deestos lugares.

    Jvenes incorporados

    Los jvenes a quienes denominamos incorporados, son aquellosque han tenido acceso a la educacin media superior y superior, yde alguna manera logran incorporarse al mercado de trabajo, conlas fluctuaciones de empleo consabidas en nuestro tiempo. Por loregular se trata de jvenes de clase media y alta que hacen un granesfuerzo (con sus familias) para mantenerse adaptados a la sociedadde consumo.

    8 Esta tipologa (como todas) es parcial e incompleta, no pretendemos que los jve-nes puedan ser clasificados de manera tajante en cualquiera de estos grupos; sin embargo,puede sernos til para comprender la situacin de dos grandes sectores de la juventudurbana (los jvenes del mbito rural presentan diferencias).

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    Son jvenes que intentan seguir el modelo convencional de ju-ventud impuesto por la cultura de los medios de comunicacin.Son personas que han demorado su incorporacin a la estructuraproductiva, postergan la formalizacin del vnculo matrimonial y pro-longan su preparacin escolar ms all de los 25 aos (Medina,2000:82). Por lo regular este tipo de jvenes emprenden una carreradesenfrenada en bsqueda de una formacin cada vez ms especiali-zada, cada vez ms actual, para estar al da con el desarrollo tecnol-gico. Es una carrera sinfn para alcanzar la tecnologa. Como el caballode la fbula que persigue la zanahoria sin alcanzarla jams, ignorandoque el seuelo anaranjado es un artificio para hacerlo correr y tirardel carruaje. Vano intento, mientras ms corra, la zanahoria ir msrpido tambin.

    Indudablemente, estos jvenes estudiosos son los que tienen me-jores posibilidades para obtener un empleo y mantenerse en l porms tiempo, pero son vctimas tambin de la enajenacin del traba-jo: viven y estudian para trabajar, se desgastan en la competencia y enla sobreexplotacin de las compaas que los contratan.

    Las nuevas formas de gestin en las empresas emplean una seriede preceptos ticos que apelan a ciertos valores que intentan con-formar un proyecto empresarial con el cual todos se identifiquen(Anzalda, 2000). En un mundo extremadamente individualizado,donde una buena parte de los referentes tradicionales de identidad yde valores han perdido su carcter de formador y modelador de com-portamientos (Castoriadis, 1997:155), la empresa, con fines tcticosde productividad, intenta llenar el vaco moral que se ha creado.

    Los administradores dotan a la empresa de un proyecto ticoque la distingue y en torno al cual buscan que los sujetos se identifi-quen. Se crea la ilusin de que la firma es como una especie demicrosociedad dotada de una cultura organizacional con normas yvalores propios, donde a los sujetos, especialmente a los jvenes, seles hace creer que tienen un lugar importante. Pertenecer a la Fami-lia Nissan, al Grupo Televisa o a la Compaa Coca-cola, losdota de una identidad imaginaria y de un cierto reconocimiento so-cial que por s mismos como individuos no tendran. Ponerse la

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    camiseta incentiva la identificacin con la empresa, con su proyectoy sus cdigos morales.

    En la cspide de los valores de esta tica empresarial se encuentrahoy la excelencia, que antes designaba una calidad intrnseca a lapersona (una persona excelente, un excelente amigo, etctera) ahoraen la empresa viene a calificar una manera de hacer las cosas siempremejor que los dems (Aubert y Gaulejac, 1993:60). Buscar la exce-lencia [afirma un consultor empresarial francs] supone querer supe-rarse, acercarse a la perfeccin, vencerse a s mismo [...] batir su propiorcord (Aubert y Gaulejac, 1993:61).

    Los jvenes que entran a laborar en este tipo de empresas se iden-tifican con estas significaciones imaginarias e intentan conformar suidentidad a partir de la bsqueda de la excelencia como una conquis-ta personal, a partir de la cual pretenden afirmarse como individuosvaliosos. Alcanzar la calidad total, el justo a tiempo y la eficien-cia absoluta, son formas que asume esta bsqueda de la excelencia.

    El culto a uno mismo que esta sociedad promueve, la competen-cia extrema por ser ms que los dems, encuentra en la excelencia unvalor privilegiado en torno al cual se organizan las acciones de estosjvenes sujetos para sacarles el mximo provecho. As, la empresacapitaliza el deseo narcisista de ser mejores, ponindolo al serviciode la productividad.

    La adhesin apasionada que las compaas buscan de sus trabaja-dores, se consigue vinculando imaginariamente el destino y la iden-tidad de los sujetos al proyecto y a los intereses de la empresa. Cuandoen este proceso aparecen las resistencias, al trabajador se le amenazacon el despido; terrible sentencia que inevitablemente llega, cuandoel sujeto ya no cubre los estndares de productividad que le deman-dan. El desgaste que provoca la explotacin de estos jvenes hace queal trmino de su vida laboral (que cada vez es a ms corta edad), suscondiciones fsicas y mentales sean muy deplorables. Reflejo de estoson los trastornos cardiovasculares, el estrs, el tabaquismo y el desa-rrollo de rituales neurticos generalmente obsesivos, factores todosque les impiden disfrutar tranquilamente de la vida y optar por unasatisfaccin ms humana y placentera.

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    Dentro de este grupo de jvenes activos no todos encuentranempleo, a pesar de su esfuerzo y de sus posgrados; la frustracin estan grande que es difcil escapar de ella. Muchos tienen que confor-marse con subempleos modestos que no alcanzan el mximo de susaspiraciones. Otros menos, optan por una salida compleja y difcil: elautoempleo.

    Hay muchas modalidades de autoempleo9 que van desde aquel oaquellos que se renen y forman su propia empresa, lo cual requierecapital financiero y humano (formacin), pasando por los que esta-blecen una cooperativa, hasta quienes ofrecen sus servicios, venden oelaboran productos por su cuenta; algunos otros, muy pocos, los quecuentan con formaciones especializadas, ofrecen sus servicios a ma-nera de asesoras o consultoras, ya sea para empresas o particulares,quienes los contratan por obra determinada.

    Jvenes disidentes

    Este sector de la juventud est compuesto, principalmente, por lapoblacin de escasos recursos econmicos, que ante la imposibilidadde continuar con sus estudios, intenta integrarse tempranamente altrabajo, donde encuentra subempleos, contrataciones eventuales (enpsimas condiciones) o bien pasa a engrosar las filas de la economainformal.

    La inseguridad permanente en el ingreso origina la aparicin deuna cultura de la temporalidad en la que se vive al da sin la posibili-dad de establecer proyectos a mediano o largo plazo. Vivir la inme-diatez, sin aspiraciones futuras, crea en ocasiones un egosmo extremoque se traduce en una competencia extrema que socava los lazos de

    9 El autoempleo es una de las alternativas que con ms entusiasmo se ha buscado en laUnin Europea, donde han aparecido diversos programas apoyados con recursos financie-ros y logsticos de los gobiernos (Del Ro et al., 1991). En nuestro pas, la mayor parte delautoempleo consiste en el comercio ambulante y la economa subterrnea (lavaautos,limpiaparabrisas, cantantes del metro, etctera). Los programas de ayuda al autoempleoson escasos (como el Sistema Nacional de Capacitacin para el Trabajo, el apoyo financie-ro a los changarros y a la pequea industria, etctera), demaggicos y con fines primor-dialmente polticos, lo que les resta eficacia y eficiencia.

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    solidaridad y compromiso con los otros. Esta situacin recae funda-mentalmente en muchos jvenes que se sumen en la frustracin, lafalta de perspectivas para el futuro, la ausencia de sentido e ilusionesen la vida.

    Las contradicciones se incrementan debido a que en la actual es-cala de valores predomina el culto al dinero, se incentiva el egosmoy la competencia. La moral cnica (funcional al mercado) prevaleceen las interrelaciones. El hedonismo mercantil, la bsqueda desespe-rada del dinero, el consumo como eje de la existencia, la ostentaciny la vanidad, se proponen como los nicos elementos que puedendar sentido a la existencia.

    Este escenario se agrava con las confusiones generadas por los dis-tintos referentes de identidad.10 La juventud es objeto de mltiplespropuestas identitarias que provienen de diversas instancias como laescuela, los medios de comunicacin, la familia, la iglesia y los gru-pos de pares. Cada una de stas con concepciones y valores en ocasio-nes muy diferentes, por lo que generan tensiones y contradiccionesque hacen de la identidad construida11 una solucin de compromisogeneralmente conflictiva.

    Sin duda, entre las instancias que mayor influencia tienen en laconstruccin de la identidad juvenil estn los medios masivos de co-municacin que convierten a la juventud en blanco de la publicidad,para hacerlos sujetos de la moda y consumidores de la cultura juve-nil que el mercado impulsa. Esto conlleva una enorme paradoja: sibien el mercado y los medios de comunicacin difunden constante-

    10 Recordemos que la construccin de la identidad es uno de los procesos centralespara los jvenes. El paso por la juventud implica elaborar los duelos propios de la adoles-cencia en relacin con la infancia perdida (Aberasturi y Knobel, 1980), para transitar porun proceso complejo en el que resignifican su identidad para conformar una identidadjuvenil, que sirva de transicin para construir otra identidad: la de adultos.

    11 De nuestra identidad hablamos siempre que decimos quines somos y quinesqueremos ser. Y en esa razn que damos de nosotros se entretejen elementos descriptivos yelementos evaluativos. La forma que hemos cobrado merced a nuestra biografa, a la histo-ria de nuestro medio, de nuestro pueblo, no puede separarse en la descripcin de nuestrapropia identidad de la imagen que de nosotros nos ofrecemos a nosotros mismos y ofrece-mos a los dems y conforme a la que queremos ser enjuiciados, considerados y reconocidospor los dems (Habermas, 1993).

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    mente una cultura juvenil de consumo, las condiciones socio-econ-micas de la mayor parte de los jvenes les impiden tener acceso aestos productos; esto crea una enorme frustracin y una bsqueda deespacios e identidades alternativas.

    Movimientos juveniles y tribus urbanas

    Los movimientos culturales juveniles no son nuevos, a lo largo de lahistoria los jvenes se han caracterizado por presentar rasgos caracte-rsticos con los que pretendan distinguirse de las generaciones adul-tas; sin embargo, como movimientos ms o menos colectivos y concarcter de franca protesta contra el orden establecido, se consideraque aparecen en el siglo XIX en Europa (Careaga, 1984). En 1815, enAlemania, aparece una revuelta juvenil de estudiantes universitarioscontra las autoridades acadmicas, que despus se traduce en unarebelin contra el autoritarismo patriarcal en la familia. Los partici-pantes en esta revuelta eran jvenes de la pequea burguesa, que sedistinguan por su cabello largo y sus gruesos abrigos con cuellosanchos. La rebelin resulta repudiada y reprimida cuando uno de losestudiantes asesina a un desptico y autoritario profesor.

    En 1830, con la influencia del romanticismo, en Pars deambulanbohemios juveniles barbudos, melenudos con trajes de satn y tercio-pelo, que se reunan en las noches a charlar, bromear y lanzar consig-nas contra lo que llamaban la sociedad hipcrita, pregonando ensu lugar una honestidad personal. En ocasiones las reuniones de estosjvenes terminaban de manera eufrica, rompiendo cristales de losaparadores de la ciudad luz.

    En 1881, en San Petersburgo, apareci un grupo de jvenes nihi-listas melenudos, desaliados, vestidos de manera extravagante, quese expresaban con palabras altisonantes. Vivan juntos, practicaban elamor libre y tomaban acciones violentas, a manera de guerrilla, con-tra la sociedad zarista.

    En Estados Unidos, despus de la Primera Guerra Mundial y deldesastre econmico de 1929, muchos jvenes manifestaban su des-contento contra el capitalismo que los haba llevado a una guerra

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    imperialista y les haba hecho vivir la terrible experiencia de la depre-sin econmica. Las actitudes rebeldes y el consumo prohibido dealcohol, que se acompaaba de la escucha del jazz, exhiba una nuevaforma de ser y de vivir que resultaba contestataria. En este tipo demanifestaciones participaron tambin las mujeres, lo que reforz elcarcter desafiante del movimiento.

    Despus de la Segunda Guerra Mundial el desencanto y el des-contento de los jvenes estadounidenses creci. La guerra fra, elmacartismo con las persecuciones polticas y el exacerbado racismo,fueron gestando un descontento mayor. Aparece el movimientobeatnik que se rebelaba contra la hipocresa estadounidense y expre-saba la desolacin y el desencanto de los jvenes hacia su sociedad ysu deseo de transformarla. Las novelas y las canciones de protestaeran el vehculo para manifestar su descontento y difundir sus deseosde cambio.

    En los sesenta aparecen los hippies, que rechazan el convencio-nalismo de la sociedad estadounidense. Toman como expresin mu-sical el rock, reaparecen las barbas y las melenas, ahora con ropasextravagantes y colores llamativos, combinados con flores, amor li-bre y la consigna de amor y paz, justo cuando se reclutaba a losjvenes para la guerra de Vietnam. Los hijos de las flores eran mi-sioneros que trataban de cambiar la mentalidad de la gente, prodi-gando el amor, el hedonismo, el respeto por la naturaleza y por sussemejantes. El empleo de las drogas fue el principal pretexto para quefueran mal vistos y perseguidos. ste sin duda fue uno de los movi-mientos juveniles ms reconocidos, ya que cont con una difusininternacional.

    A finales de esa dcada los movimientos juveniles asumen un ca-rcter abiertamente poltico, como lo atestiguan las diversas movi-lizaciones en 1968, especialmente las del mayo francs y las de octubreen Mxico, que aparecen como protestas estudiantiles que se con-vierten en portavoces de mltiples demandas sociales a favor de lalibertad, la justicia y la democracia, contra el autoritarismo y la cerra-zn poltica. El desenlace represivo en Mxico, que volvi a repetirseen 1971, puso de manifiesto la intolerancia del Estado y la necesidadde abrir nuevos cauces de expresin a las demandas de los jvenes.

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    En la actualidad, al margen de la sociedad y la cultura dominante,ha surgido un fenmeno al que los socilogos contemporneos, comoMichel Maffesoli (1990), denominan tribus urbanas. Los valores delmercado, aunados al carcter anmico y masificado de las sociedadesde la globalizacin, han generado que las relaciones interpersonalesen los grupos y las instituciones se vean obstaculizadas por el indi-vidualismo, la competencia, la envidia y el cinismo. Esto crea unasensacin de soledad dentro del colectivo, de desconfianza y temorfrente al otro. Se vive una imposibilidad de establecer lazos afectivosy vnculos solidarios, lo que genera una enorme sensacin de vaco,inseguridad e incertidumbre.

    Frente a esto los jvenes han constituido comunidades emocio-nales intensas, una especie de tribu12 en donde encuentran gruposde pertenencia y referentes identitarios. stas han surgido, principal-mente en las ciudades, se caracterizan fundamentalmente por consti-tuir una forma cultural particular con lenguaje, valores, cdigosestticos, msica, rituales, vestuario, imagen corporal, actitudes, prc-ticas y formas de sociabilidad propios, que los distingue de otros gru-pos juveniles. Las tribus urbanas constituyen un cierto thos, unacierta forma de actuar y vivir, cargadas de significaciones imaginariasque les dota de identidad y sentido de pertenencia; a su vez, estassignificaciones operan para mantenerlos unidos.

    Este neotribalismo se ha convertido en una manifestacin con-tracultural,13 pues aparece como una forma cultural que instaura ac-ciones y significaciones imaginarias que se oponen a la cultura de lasinstituciones tradicionales como la familia, la escuela, la religin, pero

    12 En antropologa la tribu es una forma de agrupacin humana que se caracteriza porofrecer a sus miembros un marco social, econmico y religioso ms o menos estable, conuna estructura social definida que se basa en la divisin de las familias y clanes con un jefecomn. La tribu ocupa un territorio claramente delimitado, que se est dispuesto a defen-der a toda costa. Cuenta tambin con una cultura propia con concepciones, valores, creen-cias y prcticas, que la identifican y la distinguen de otras. Esta cultura tribal provee deelementos identitarios a sus integrantes.

    13 El trmino contracultura aparece en Estados Unidos despus de la Segunda GuerraMundial y hace referencia a las formas de vida que se practicaban como manifestacionesde rebelda frente a las costumbres y formas de pensar de los hombres estables: patriotas,ultraconservadores, patriarcales y adultocntricos.

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    tambin se contraponen a la cultura mercantil de la globalizacin.14

    La contracultura surge cuando aumenta la rigidez de la sociedad ocuando se priva de espacios de manifestacin y desarrollo a sectoresque quedan marginados del sistema. Los movimientos contraculturalesaparecen como efecto del imaginario social radical; son movimientosinstituyentes que se oponen al orden instituido. Contraponen a lacultura instituida otra diferente.15

    Las tribus urbanas, como movimientos contraculturales, consti-tuyen la expresin de imaginarios sociales instituyentes que cristali-zan tensiones, encrucijadas y ansiedades de la juventud. Son lamanifestacin de oposiciones y resistencias a la cultura mercantil dela sociedad globalizada, que ejerce sobre ellos la violencia de lamarginacin. La cultura y la opulencia exhibida por el sector minori-tario de los grupos que acumulan la riqueza, se convierte en unaforma de ejercicio de violencia, que genera a su vez una respuestatambin violenta de las contraculturas juveniles.

    Son muchos los grupos tribales de los jvenes, algunos tienenpresencia internacional como los punks, darks, rastas, rappers, skas yskinheads. Es imposible abordarlos en un trabajo corto como ste,16

    as que slo mencionar algunas caractersticas de los skinheads y lospunks, que son de los grupos ms conocidos, a fin de tener una ideaacerca de lo que son estas tribus.

    Skinheads. Surgen a principios de los setenta en el Reino Unido y sedifunden en varios pases en los ochenta. Tambin se les conoce comolos hijos de la desesperanza. Aparecen despus del 68 y del fracaso de

    14 Cabe sealar que no en todos los casos se puede hablar de las tribus urbanas comomovimientos contraculturales, pues algunas de ellas manifiestan su adhesin a la culturamercantil y sus valores. Por ejemplo la llamada Generacin X constituida por jvenes declase media y alta, que a principios de los noventa se conform en torno al consumismo yla despreocupacin por el porvenir, pues provenan de familias que satisfacan sus capri-chos. Otro ejemplo son tambin los skinheads, que sostienen valores que podran conside-rarse en sintona con la sociedad violenta y racista en que vivimos.

    15 Sin embargo, esto no quiere decir que por ser movimientos instituyentes apunten auna transformacin social progresista o ms humana; el imaginario instituyente puedeapuntar a la aparicin (o resignificacin) de movimientos retrgrados como los neonazis.

    16 Existen varios trabajos interesantes sobre tribus juveniles como los siguientes:Maffesoli (1990), Costa, Prez y Tropea (1996), Urteaga (2000), Valle (2002), Arce (2003).

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    la utopa psicodlica de los hippies; de hecho se consideran como laanttesis de este movimiento. Lejos del pacifismo hippy, los skinheadsson particularmente violentos y radicales, incluso sus expresiones re-cientes estn vinculadas con movimientos de ultraderecha neonazi. Sonnihilistas, racistas y no tienen una propuesta clara, a diferencia de lascomunas hippies autnomas, libres y autosuficientes.

    Visten con pantalones ajustados, botas militares, chaquetas ne-gras a las que denominan svstica y cabezas rapadas. Practican ritua-les de iniciacin que generalmente se trata de alguna accin violentacontra otra tribu o contra la autoridad. El rape simboliza una especiede mutilacin ritual, al igual que las perforaciones y los tatuajes. Sos-tienen la necesidad de ser agresivos con la finalidad de tener la fuerzapara subsistir en el futuro. La msica que les agrada es el ska, acudena las discotecas y a los estadios deportivos, donde suelen ser violen-tos. Consumen cerveza y drogas. Establecen grupos afectivos fuertesde solidaridad entre ellos, aunque se tornan muy virulentos con losajenos.

    Los skinheads, si bien aparecen a finales de los sesenta, se vieronopacados por los punks (tribu con la que cotidianamente se enfrenta-ban), pero al decaer el movimiento punk, los skinheads resurgen consingular fuerza en los ochenta y en la actualidad es una de las princi-pales tribus en Europa y mantienen una fuerza creciente especial-mente en Estados Unidos.

    Punks. Aparecen en el Reino Unido en 1975, tambin en oposicina la cultura hippy, que se encontraba en decadencia. Son anarquistas,repudian cualquier forma de gobierno, autoridad y normatividad.Son fcilmente reconocibles por su corte de pelo en cresta con colo-res llamativos, su vestuario extravagante con cazadoras adornadas contachuelas, pantalones ajustados, tatuajes, perforaciones, botas e im-plementos sadomasoquistas. Hay en ellos una bsqueda de lo feo ylo grotesco como una forma de manifestar a gritos su desesperanza.La extravagancia de su estilo y la notoriedad que alcanzaron los hizotener adeptos en muchas partes del mundo.

    Si bien las tribus urbanas son un fenmeno que ha atravesadotodas las clases sociales, algunas de ellas han sido adoptadas con msfuerza por ciertos sectores particulares, como es el caso de los punks,

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    cuyos adeptos (incluso en Mxico) eran primordialmente sectoreslumpenproletarios de las zonas marginales de las ciudades. Su carc-ter inconforme, que se refleja con la hostilidad, coraje y agresin desu estilo (vestuario, canciones, discursos, etctera) hablan de su frus-tracin y su odio a las condiciones sociales en que viven. El punkmuestra con singular radicalidad el desprecio y el repudio a todo elsistema social establecido, por eso son antigobierno, antirreligin,antimoda, etctera.

    Si bien no todas las tribus son violentas, la mayora s lo son, deah que sta sea una de sus caractersticas ms notoria. Esta violenciade las tribus urbanas, en ocasiones va ms all de su carcter contesta-tario manifestado en sus consignas, su msica, su vestuario, su aspec-to y sus costumbres. Algunas de estas tribus realizan prcticas delictivasy vandlicas, que las colocan fuera de la ley y son blanco de la perse-cucin policiaca (como el caso de la Mara Salvatrucha). Escudndoseen estos acontecimientos, la cultura dominante despliega una seriede prejuicios contra todos los grupos juveniles y sus manifestaciones,catalogndolas de desviadas y delictivas.

    El carcter marginal e incluso desviacionista con el que se catalo-ga a las tribus urbanas, las hace blanco de prejuicios y persecuciones,lo cual genera reacciones de ira y agresin indiscriminada que pocasveces permiten una toma de conciencia social y una organizacintransformadora.

    Juventud extraviada

    Vivimos en sociedades con creciente desempleo, con menores opor-tunidades de estudio, con miseria extrema y con pocas posibilidadesde desarrollo, donde adems se promueve el exceso de consumo, seexhibe un sinnmero de mercancas y formas suntuosas de vida; dondelites cada vez ms ricas y poderosas se aprovechan de una poblacincreciente que se sume cada vez ms en la miseria. La ostentacin deesta injusta cultura dominante genera gran frustracin, coraje y agre-sin, que se traducen en mltiples reacciones juveniles, las cuales vandesde la bsqueda desesperada por subirse y mantenerse en el tren de

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    vida de la sociedad de consumo (aunque sea en el vagn de quinta),pasando por aquellos que sin poder subirse se drogan para imaginarotro tren, o bien armados de crestas, tatuajes y cadenas (inspiradospor su msica y sus canciones), intentan (quijotescos) hacer frente aldragn de hierro.

    La juventud de hoy es muy heterognea, sus actitudes frente a lavida son muy diversas: algunos jvenes, manipulados por los mediosde comunicacin y la sociedad de consumo, se alucinan en una eufo-ria desenfrenada y optan por disfrutar el momento sin prever las con-secuencias de sus actos. As, se entregan a la moda, al alcohol, a lasdrogas, al ejercicio compulsivo de su sexualidad (sin precauciones),dando como resultado lamentables consecuencias que van desdeembarazos no deseados, la adquisicin de enfermedades (a veces in-curables), hasta el alcoholismo y la drogadiccin, esas esclavitudesque llevan a una muerte lenta y dolorosa. Otros, invadidos por eldesaliento y la apata, se deprimen y en ocasiones se paralizan; sinproyectos de vida, no saben cmo, ni hacia dnde continuar; sumi-dos en el nihilismo abandonan su existencia a los vaivenes sociales.

    Algunos, frente a las presiones socioculturales, las crisis en las fa-milias y la necesidad de construir una identidad, se refugian en lasllamadas tribus urbanas en la bsqueda de seguridad, solidaridad, re-conocimiento, afecto y una manera de expresar su inconformidad ydar cauce a su angustia y a su coraje. Estos movimientos de protestapueden ser seductores por la extravagancia de sus formas, la radicalidadque aparentan y sobre todo por la irritacin y la atencin que provo-can en la sociedad adultocntrica. Sin embargo, como muchos movi-mientos instituyentes, tienden a ser institucionalizados, de maneraque si en su origen las tribus urbanas mostraban ciertas expresionesautnticas de la juventud, pronto han sido capitalizadas con finescomerciales y se han creado las mercancas adecuadas (msica, ropa,fancines) para cada una de ellas, reduciendo a estos jvenes a sujetosparticulares de consumo.

    La juventud (al igual que otros actores sociales), se encuentra ex-traviada, sin brjula dice Castoriadis (2000). Esto es efecto del de-terioro de las condiciones de vida en la sociedad capitalista, as comodel desgaste de las significaciones imaginarias instituidas y su incapa-

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    cidad cada vez mayor de mantener el sistema.17 Toda esta descompo-sicin genera incertidumbre, que aunada a la falta de propuestas decambio, crean confusin, desaliento y esta suerte de extravo, de vivirsin rumbo, sin sentido.

    Los movimientos juveniles, que por momentos se politizaron(como en 1968, 1971, 1986 y 1999 en Mxico) y lograron ser porta-voces de demandas sociales, en la actualidad no alcanzan su fuerzatransformadora, en parte porque no han logrado proponer una alter-nativa clara que logre convocar a los distintos actores sociales. Lasexpresiones actuales de protesta juvenil no logran inquietar a los po-derosos; por el contrario, stos capitalizan su existencia vendindolesproductos y cuando su presencia se torna incmoda, se despliegancontra ellos el prejuicio y la descalificacin, para justificar el empleode la represin.

    Cada vez son ms reducidos los espacios funcionales para losjvenes; los que no alcanzan un lugar, son marginados. Son orilladosa formar parte de grupos de excluidos, que slo pueden expresarse yexistir en lugares (barrios, esquinas, tocadas, estadios) al margen delos sitios de la gente que vive bien, de los felices habitantes delmundo del consumo.

    En la actualidad, muchas de las polticas sociales para la juventudse atienen fundamentalmente a permitir espacios de expresin: de-limitar zonas de convivencia (como el tianguis del Chopo, en la Ciu-dad de Mxico), proporcionar bardas para grafiterar con permiso.Se trata fundamentalmente de gestionar y restringir su existencia entiempos y espacios determinados, fuera de la vista de los poderosos.As como antao se deca que el mejor indio era el indio muerto,ahora el mejor joven o el mejor pobre, es el que no se ve, el que noexiste. Loc Wacquant, al analizar la poltica de Bill Clinton respec-to de la pobreza, seala: un buen pobre es un pobre invisible, unapersona que se atiende a s mismo y nada pide. En pocas palabras,

    17 Recordemos que las significaciones imaginarias son las que instituyen, cohesionan ymantienen unidas a la sociedad: La institucin de las instituciones de una sociedad y sucontinuidad es posible no slo por las condiciones materiales econmicas que la producensino por la eficacia simblica de sus mitologas, emblemas y rituales que la reproducen(Fernndez, 1993:77).

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    alguien que se comporta como si no existiera (Wacquant en Bauman,2003:142).

    Actualmente son pocos los intentos de los jvenes (y de los po-bres) de hacer de su sufrimiento una cuestin de inters pblico, unacausa comn. Aunque sean millones los seres humanos que padecenla marginacin y la miseria, se ha instaurado el imaginario liberal enel que cada individuo se asume como responsable de su condicin,18

    de manera que cada marginado social lame sus heridas en soledad:esos excluidos dejan de tener exigencias y proyectos, no valoran susderechos, no ejercen su responsabilidad como seres humanos y ciu-dadanos. As como dejaron de existir para los dems, poco a pocodejan de existir para s mismos (Bauman, 2003:143).

    Hoy la mayora de los jvenes no vislumbra que pueda convertir-se en actores sociales19 capaces de unirse con otros sujetos para trans-formar sus condiciones de vida. Sumidos en la desesperanza, la apatay el nihilismo, han perdido de vista su potencial transformador y sufuerza poltica. Sin embargo, como un volcn dormido, en cualquiermomento puede despertar.

    Frente a la descomposicin social que vivimos, se requiere (a de-cir de Castoriadis) una nueva creacin imaginaria que coloque a lavida humana en el centro de los valores y las concepciones de la so-ciedad:

    Eso exigira una reorganizacin de las instituciones sociales, de las rela-ciones de trabajo, de las relaciones econmicas, polticas y culturales.[...] Deberamos querer una sociedad en la cual los valores econmicoshubieran dejado de ser centrales (o nicos), donde la economa regre-sara a su lugar como simple medio de la vida humana y no como finltimo (Castoriadis, 2000:105).

    18 Por ejemplo, recordemos la culpa que siente el desempleado cuando es vctima delrecorte de personal.

    19 A excepcin del polmico movimiento de huelga en la UNAM en 1999, que mostruna reactivacin importante de la participacin poltica de los jvenes que tomaron comobandera la defensa de la educacin superior pblica, por lo regular presenciamos unaimportante inmovilidad de los sectores juveniles. Para un anlisis de este movimientopuede consultarse el trabajo de Dinah Rochn (2002).

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    Bibliografa

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