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CENTROS DE ACCION COMUNITARIA
UNA NUEVA Y ANTIGUA ESTRATEGIA INSTITUCIONAL PARA
GENERAR POLITICAS SOCIALES
Sebastian O. Bertucelli*, Cristina Beatriz Mercado**, Mara
Cristina Lerda***
El modo de hacer es ser Lao Tse
RESUMEN
Ante la brecha que existe y que tiende a ensancharse: entre
la gente y las instituciones designadas para ejecutar las
Polticas
Sociales, lo que se enuncia desde las macropolticas y lo que
efectivamente se opera sobre las poblaciones
indolatinoamericanas; se torna imprescindible para las
Ciencias
Sociales de estas latitudes, la tarea de crear y recrear
estrategias
institucionales que constituyan mediaciones eficaces entre
los
Movimientos Sociales Alternos y las Sociedades
Institucionalizadas.
* Lic. en Psicologa
** Lic. en Trabajo Social
*** Lic. en Trabajo Social
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Inferencias de nuestro ir, estar y volver de visita a
poblaciones designadas
como de riesgo ecolgico-social de la ciudad de Crdoba.
1. La visita annima institucional:
Cmo hacer para incluir al poblador latinoamericano en los
programas y proyectos
generados desde las Polticas Sociales?.
"El Ser hace al Obrar"
Palabras Clave: Desconcentracin - Diagnostico institucional -
Descordinacin
Institucional Sistemtica - Participacin de la comunidad -
Instituciones y Liderazgos
Desarraigados - Entrevista - Grupo - Prevencin - Enfoque
Selectivo.
1.1. La decisin poltica de ir a la casa de los otros
A partir de una lectura diagnstica que se realizara desde nivel
central, se determin
que la Zona de la ciudad de Crdoba: Barrios Comercial, Villa El
Libertador, Alejandro
Carbo, Santa Rosa, Mirizzi y sector de Cortaderos de Ladrillos,
mereca atencin especial
para la prevencin de los problemas de minoridad y desintegracin
familiar. Con este fin el
Gobierno Provincial cre el Programa de los Centros de Accin
Comunitaria, estrategia para
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la desconcentracin de recursos humanos que deba dar respuesta
sistematizada a las
necesidades y requerimientos sociales de estos grupos
poblacionales postergados.
1.2. Hacer una casa en la casa de los otros y all tratar de
ensearle a la gente del lugar a
vivir de nuevo.
Como es tradicional, los operadores profesionales no nos
involucramos en la primera
etapa sealada, pero si observamos la coherencia con que nos
articulamos a esta secuencia nos
damos cuenta que, sin acepcin de personas o de supuestas
diferencias tericas, participamos
de un acuerdo ideolgico fundamental a la hora de operar: una vez
en la zona, continuamos
recreando un antiguo ritual de visita institucional sobre las
poblaciones indolatinoamericanas.
En un primer momento, nuestras actividades como equipo
profesional sin arraigo en el
lugar, consistieron en pretender llevar a la prctica programas
de promocin social
planificados y reglamentados desde el nivel central y ver como
podamos integrar en ellos a la
gente del lugar. As intentbamos responder a las necesidades
sentidas de la poblacin segn
nos llegaban a travs de la versin de los lderes que se nos
fueron aproximando en esa etapa
de nuestra insercin.
Este modo de aproximacin coherente con la estrategia de la
institucin central era
justificado adems con un diagnstico social cientficamente
fundamentado. Dicha visin
diagnstica, expresada generalmente en trminos
esttico-cuantitativos, reduca a la poblacin
a su dimensin enferma, carente, ignorante y sustentaba, a la
vez, un acuerdo bsico
civilizatorio con lderes institucionalizados acerca del modo en
que debamos operar sobre la
gente. Al momento de intervenir, todas las instituciones del
lugar coincidamos en la misma
preocupacin: Como dar bien sin crear dependencia?..." A la gente
no hay que darle el
pescado, sino ensearle a pescar"..., "A esta gente hay que
educarla, capacitarla,
promocionarla humanamente".
Lo curioso para nosotros, luego de tantos aos de trabajo, es que
con este tipo de
diagnstico coincidan corrientes ideolgicas que se nos
presentaban como opuestas; desde
los que denunciaban la pobreza y sus derivados para agudizar las
contradicciones del sistema
hasta los que estaban interesados en mostrar todo lo que la
gente no puede para justificar el
control social. Todos siguen acordando en la prctica con estos
mapas, que generan la
conciencia de que Amrica Latina (particularmente sus poblaciones
indgenas y criollas) no
es mas que una interesante o indignante acumulacin de problemas
sociales.
De esta manera logramos crear un espacio de habitualidad, de
seguridad, un domicilio
cultural para nosotros y as paliar la incomodidad que se nos
generaba cuando nos
preguntbamos: Quien nos llamo?...Que hemos venido a hacer aqu?.
Estas preguntas se
nos hacan evidentes cuando, por circunstancias fortuitas, nos
observbamos caminando en
silencio por el vecindario sin que nadie nos espere. Aqu s,
bamos sintiendo la sensacin
de que todo se mova por su cuenta, fuera de nuestra accin
institucional.
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Creado este espacio que deba ser fundacional y con el objetivo
de desarrollar
proyectos comunitarios -en esa poca ligbamos lo comunitario a lo
preventivo-1, la operacin
fundamental fue convocar a los vecinos a nuestra casa para que
participaran activamente en la
solucin de sus problemas. Convocar, en la prctica, implica -de
acuerdo al viejo ritual de la
conquista- desarraigar, extraer, separar, aislar, a los
pobladores de sus sistemas cotidianos y
traerlos hacia la institucin. Las graves consecuencias que esta
operacin tuvo para nuestro
servicio se ilustran por medio del Mito de Anteo, que muestra
que alguien es vulnerable,
sometible, nicamente cuando se lo desarraiga, cayendo as en la
paradoja que para fortalecer
al otro en su capacidad de autogestin hay que debilitarlo
primero. Los que vienen de afuera y
que tradicionalmente intentan hegemonizar la accin comunitaria
para llevar una buena nueva
o sacar rditos acadmicos o polticos, tratan de cortar y empezar
de nuevo, como si no
existieran microhistorias locales, como si no hubiera ensayos en
curso. La gente del lugar nos
deca, "Djelos Dr., no pierda el tiempo con ellos, cuando
consigan lo que buscan se van a
ir...". Las reglas de juego, el modo de participar, lo
aportaramos los profesionales en Ciencias
Sociales, la gente aportara su disposicin a ser organizados por
nosotros. Adems, era lgico
para la gente del lugar que al ser nosotros quienes convocbamos
tambin furamos quienes
pusiramos las reglas.
Para llevar a cabo la finalidad expuesta, la entrevista y la
tctica grupal eran
herramientas indiscutibles, sobreentendidas, casi naturales.
Mediante la entrevista familiar en
domicilio, con encuadre fijado de antemano por los
profesionales, conforme a los recursos
asistencialistas que llevbamos, intentbamos ser dueos de casa en
la casa de los otros.
En el marco de proyectos con preocupaciones epidemiolgicas,
pusimos a prueba
enfoques grupales. Desarrollbamos nuestras intervenciones con
objetivos de prevencin
primaria, pretendiendo cambiar los hbitos y actitudes que
creamos sostenan o podan
conducir a determinadas problemticas por otros, que suponamos
universales y que en
realidad, en la mayora de los casos, constituan traslaciones
indebidas de pautas
pertenecientes a contextos socio-culturales ajenos e
indiferentes a la gente del lugar. Esta
operacin estuvo cientficamente fundamentada desde los enfoques
grupales de la Psicologa
Social de la poca y socialmente legitimada por la participacin
de los lideres seleccionados.
Los cambios que suponamos ocurriran en trminos de toma de
conciencia en estos espacios
discursivos-deliberativos pretendamos se multiplicaran luego en
la poblacin.
La organizacin comunitaria montada sobre lideres de algn grupo
de la poblacin
(jvenes, ancianos, madres, etc.) seleccionados por los
profesionales nos planteaba
obstculos insolubles para el desarrollo de programas sociales.
En primer lugar no garantizaba
la necesaria continuidad en el tiempo, requisito fundamental
para abordar problemas de
magnitud; en segundo lugar, impeda el aprovechamiento de todos
los recursos comunitarios
intergeneracionales implicados en el problema y en tercer lugar,
no nos abra a la posibilidad
de nuevos contactos hacia el interior de la poblacin, quedando
encerrados en crculos de un
conjunto restringido de personas (el grupo o los grupos en que
participbamos)
impidindonos la tendencia permanente a la cobertura total.
1 (Caplan,l980) cuya influencia en nosotros fue manifiesta nos
deca:La Prevencin
Primaria es un concepto comunitario... En este artculo vamos a
poder ver que la
nocin de prevencin, proveniente de la tradicin mdica que orient
la Salud
Pblica del siglo, no es una nocin comunitaria sino que es una
concepcin del
proceso salud-enfermedad a ser insertada en poblaciones
objetivo.
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Este modelo, en la prctica, intenta multiplicar hacia adentro de
la institucin
generando un tipo de red que slo pueden dibujar los
profesionales.
En el marco preventivista se esperaba que las acciones
comunitarias a llevar a cabo -
que en realidad eran grupales contenidas en Programas- evitaran
la ocurrencia o reduzcan
la incidencia de un desorden psicosocial seleccionado en la
poblacin-blanco(Caplan,2000).
La evaluacin del impacto de estas acciones nos permiti comprobar
su ineficacia e
inefectividad preventiva, corriendo el riesgo de terminar
nosotros previnindonos de quienes
padecan las problemticas. El Enfoque de Riesgo (OPS/OMS, 1986)
que constituira mas
adelante para nosotros, desde el abordaje comunitario, una
excelente herramienta para el
reintegro de determinados grupos vulnerables a su sociedad de
referencia, se transforma desde
la concepcin preventivista en una operacin ms sofisticada que
termina profundizando las
discriminaciones sociales ya existentes. Los resultados de las
intervenciones sobre el Clera y
el Sida nos eximen de mayores precisiones.
Por otro lado, estas intervenciones preventivo primarias tienden
-conforme a los
marcos de referencia institucionales de los agentes- a
seleccionar problemticas de la
poblacin, recortndolas de su circuito social generativo. Segn
esta concepcin, debamos
atender problemticas propias de los Programas de nuestro
Ministerio, Subsecretaria,
Direccin, y que en consecuencia no tuvieran que ver con los de
Salud, Educacin, Accin
Social y, menos aun con Economa. Al mismo tiempo, las
instituciones del lugar operaban de
manera anloga, ejecutando entre todos una descoordinacin
institucional sistemtica sobre la
poblacin. No reparbamos entonces que estas intervenciones
fragmentan cotidianamente -sin
proponrselo- los intentos colaborativos que tmidamente se
ensayan desde los vecinos y
desde agentes institucionales no institucionalizados.
1.3. Volver con el botn.
Generalmente esta vieja y repetida aproximacin ritual, esta
visita a las poblaciones
nativas, culmina con el retorno del agente a su sociedad de
origen, a su clase de referencia,
llevando en sus manos el fruto de la conquista.Estas
aproximaciones institucionales tpicas,
que abarcan desde las prcticas universitarias hasta la de los
profesionales con permanencia
desarraigada en el lugar, generan una gran variedad de
beneficios, uno de ellos, el de la
obtencin de conocimientos para optar a publicaciones en el mbito
de las Ciencias Sociales.
El "conocimiento" as obtenido debera dar cuenta de su
legitimidad respondiendo a
interrogantes que frecuentemente nos hiciramos con la gente de
aqu: Quien se benefici
con este conocimiento?...Para qu le sirvi al poblador participar
en estos
proyectos?...Refleja este conocimiento un cambio real en las
problemticas de la poblacin?
...
En sntesis, las estrategias institucionalizadas, que se
justifican desde un diagnstico
esttico que muestra solo la dimensin enferma o carente de una
poblacin, tienden a
construir una casa en la casa de los contribuyentes, supuestos
beneficiarios del servicio, para
luego atraerlos a ella y tratar de imponer all sus reglas en una
bsqueda de progresiva
sustitucin de la vida cotidiana.
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Es como si se dijera: all donde hay una funcin a cumplir por
familias de poblaciones
de riesgo debe haber una institucin. Por ejemplo: Comedores
infantiles y de ancianos,
Familias sustitutas, Pequeos hogares, Hogares de ancianos,
Hogares escuela, Guarderas
madre, Jardines maternales, Casas del nio, Hogares de da, etc.,
etc., etc. Bajo este punto de
vista, toda funcin de estas familias debe ser sustituida por las
instituciones ya sea en forma
permanente o mas all del tiempo necesario. El caso de las Ollas
Populares y de los
Comedores Escolares es un ejemplo pattico. Pasado el tiempo que
justifica la utilizacin de
esos recursos, que activan la dependencia ms primitiva que es la
oral y que sustituyen la
mesa familiar, no se termina de saber, si es imprescindible para
la gente que no puede
prescindir de ellos o para los agentes externos que los sostiene
para hacer clientelismo poltico
y religioso.
Estas estrategias cada vez que se repiten tienden a ensanchar la
brecha ya existente en
Amrica Latina entre las instituciones y la gente, dando muestras
cada vez mas acabadas de
ineficacia, ineficiencia e inefectividad.
2. De la visita annima institucional a la visita en la cultura
de la vida cotidiana de la
poblacin. Rituales de pasaje.
Palabras Clave: Visita domiciliaria - Enfoque poblacional -
Crisis.
Hubo dos prcticas que nos fueron desagregando progresivamente
del sistema anterior
y que fueron preparando el cambio en nuestro modo de
relacionarnos con la poblacin del
rea de responsabilidad.
Una fue el Proyecto de Prevencin Primaria de Disfunciones
Sexuales que llevamos a
cabo durante tres aos desde el enfoque de delegacin chileno
(Marconi, 1970), el cual nos
proporcion la nocin de que hiciramos lo que hiciramos el impacto
deba darse en
colaboracin con la gente del lugar y en la poblacin implicada en
su conjunto.
La otra fue un Proyecto de Abordaje a Familias Problema del rea
de responsabilidad
que realizamos a modo de trabajo exploratorio y que nos permiti
durante 143 tratamientos
visitarlas en su domicilio, en su hbitat.
Los Psiquiatras de Sector franceses y alemanes en trabajos
recientes rescatan la
importancia crucial de la visita domiciliaria para hacer
visibles recursos teraputicos que no se
aprecian quedndose en los consultorios institucionales. Hochmann
(1972) llega a afirmar que
"la visita domiciliaria es el virus antijerrquico y
antiinstitucional mas poderoso que
conocemos..". En otro trabajo realizado en Hannover, Alemania,
titulado "Servicios
ambulantes como alternativa al Hospital Psiquitrico" Ed. Enke,
Stuttgart 1987, se afirma
que "...la visita domiciliaria es al Psiquiatra de Sector lo que
el estetoscopio al Internista".
Para nosotros la visita domiciliaria constituy una prctica
liminar decisiva para agregarnos a
un modelo de Institucin mas ajustado a la forma de vida de los
contribuyentes.
Tanto la necesidad de un enfoque epidemiolgico participativo
para micropoblaciones
que denominamos mas propiamente Endoepidemiolgico (Bertucelli,
1992 y 2000) de los
problemas sociales como el descubrimiento en la casa de los
pobladores de formas genuinas
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de bsqueda de bienestar; fueron preparando un cambio estratgico
fundamental de nuestra
institucin respecto de la poblacin del rea de
responsabilidad.
Adems, a medida que progresbamos en nuestra insercin en la
poblacin y subamos
propuestas, involuntariamente fuimos generando sospecha y
conflictos sucesivos hasta
concluir en una crisis institucional. Desde la institucin
central se nos solicitaba que
formramos un equipo interdisciplinario interno con docentes del
Centro para despus
extendernos hacia la poblacin. Resolvimos esta crisis yndonos de
nuestra casa -
aprovechando una coyuntura institucional- e instalndonos en el
Centro de Salud Municipal
del rea por donde pasaba la accin comunitaria en ese
momento.
En otras ocasiones nos tocara pasar por las Escuelas
Provinciales y Municipales -
primarias y secundarias- de nuestra rea de responsabilidad. Por
la Iglesia Catlica, por los
Templos Evanglicos, por el Centro Vecinal, etc..
Participando en redes comunitarias pasaramos por cualquier
reunin institucional sin
quedarnos en ninguna de ellas
3. La visita en la cultura de la vida cotidiana de la
poblacin.
Cmo hacer para articularnos como Centro de Accin Comunitaria a
los
Movimientos de Bsqueda de Bienestar que se generan
permanentemente en las Poblaciones
Latinoamericanas?
"El Obrar hace al Ser" Palabras Clave: Policentrismo -
Diagnstico Comunitario - Ruedas del Mingado -
Pobladores e Instituciones arraigados - Espacios interculturales
- Visita - Redes de confianza -
Promocin y Proteccin de la Salud - Enfoque Integral.
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All por 1982, al comenzar a articularnos al trabajo que venan
realizando las familias
y personas-llave-clave (Bertucelli y otros, 1988) y participar
en unidades de impacto
poblacionales comenz a cambiar en nosotros el diagnstico
institucional de partida.
Luego de cada macro o micro impacto sobre la poblacin se fueron
dibujando ante
nosotros las redes comunitarias puestas en juego. Participar en
estos movimientos nos fue
posicionando momentnea y espontneamente fuera de la estructura
social, de los roles y
status profesionales tradicionales. Era un diagnstico que bamos
haciendo permanentemente
con la gente y que destacaba los modos de bsqueda de bienestar
desplegados para resolver
problemticas como: control de tuberculosis, de la diarrea
infantil, del hambre, del
alcoholismo, trabajos ecolgicos, insercin de nios Down a
guarderas, de nios ciegos a
escuelas primarias, reintegro de liberados, de internados
psiquitricos y de menores internados
en Institutos a sus familias y vecindario, acompaamiento a
familias con enfermos terminales,
asistencia a grupos de inundados, etc..
Diagnstico: desde la perspectiva comunitaria es un 'PLAN DE
ACCION' sobre la
problemtica a resolver y que obviamente ya incluye el estudio de
la situacin social que la
contiene. Es real, en la medida que articula en un proceso de
cambio, condicionantes y
posibilidades sociales. Es prctico, porque permite articularnos
a partir de lo que ya se est
haciendo superando el riesgo de descalificarnos del movimiento
social.
En el paradigma clsico y desde la visin diagnstica
"externa","area" y de entrada-
salida que le es propia, la nica preocupacin de las Ciencias
Sociales para dar cuenta de la
integralidad de las problemticas consiste en incorporar sus
determinantes sociales. Todo esto
en el contexto de discusiones acadmicas que se inmovilizan a si
mismas, con gran
impotencia para pensar desde el cambio, con incapacidad para
proponer secuencias de
abordaje concretas ante las graves y urgentes problemticas
latinoamericanas. En coincidencia
con la perspectiva de la gente, participamos de abordajes cada
vez mas integrales para
evidenciar en los sucesivos cambios desplegados la mxima
totalizacin posible en cada
coyuntura histrica.
La accin comunitaria desplegada durante doce aos fue sostenida
por relaciones de
confianza, relaciones que tienen la caracterstica de la
perdurabilidad en el tiempo. Las
Polticas Sociales tradicionales parten de ideas con mucha
extensin y poca operatividad
como la de solidaridad y pretenden ejecutarse en terreno sobre
la base de relaciones
instrumentales, relaciones con escaso compromiso afectivo y
social que mudan segn
conveniencia. Creemos nosotros que dichas polticas deberan tener
como objetivo de salud
primordial apoyar las relaciones de confianza bsica (Erikson,
1974) desde donde se puede
progresar sustentadamente hacia responsabilidades sociales ms
amplias brindando una base
cada vez ms slida a sistemas de vida democrticos.
Nuestras acciones enmarcadas en la visita domiciliaria a
familias integradas en redes
de confianza y con la dinmica propia de la vida cotidiana2, van
teniendo otro objetivo que va
encajando con el de la gente. Vamos interviniendo apoyados en
procesos colaborativos no ya
2 La ciencia en general y las ciencias sociales en particular
estn tratando de operar un cambio fundamental en el estudio de los
fenmenos naturales y humanos. Dejar de verlos en situaciones
ideales, aisladas y controladas con enfoques reduccionistas
cuantitativos, y pasar a observarlos en su ambiente natural o
social desde perspectivas holstico-cualitativas. (Prigogine,
1991).
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para reducir la incidencia de un desorden mental controlando sus
factores de riesgo
especficos sino para, articulndonos al movimiento de las redes
comunitarias, ampliar los
factores protectores sitiando progresivamente al opuesto del
sistema.No para evitar sino para
posibilitar que ocurra algo positivo en trminos de sostener o
recuperar el bienestar. Cuando
la gente del lugar viene a pedirnos ayuda generalmente inicia su
relato diciendo: "Doctor, de
bien que estbamos, nos ocurri..." Consulta cuando se altera su
bsqueda de bienestar y no
desde la impotencia ante su permanente malestar como la conciben
las visiones
institucionalizantes.
En esta nueva situacin, debamos partir cotidianamente de "lo que
est siendo para el
fruto" (Kusch, 1975) y no de lo que traamos, operando en una
compleja heterogeneidad
cultural, mosaico de redes familiares locales o provenientes de
otras sociedades de origen:
Bolivia, Ojo de Agua, Cerro Colorado, Cinaga del Coro, Villa
Mara del Ro Seco, etc..
Al desenvolvernos en espacios interculturales -donde la tradicin
cientfica es una
entre otras tradiciones (Feyerabend, 1982)- y no slo
interdisciplinarios desconcentrados,
fuimos contenidos por sistemas de cooperacin policentricos que
cotidianamente resuelven
problemas insuperables para las prcticas institucionalizadas,
como por ejemplo, el de la
circulacin del poder sin que se concentre hegemnicamente en
ninguno de los participantes
del proceso. Nuestro mbito de trabajo como institucin cada vez
ms accesible culturalmente
no sera ya la entrevista ni el grupo en la institucin -unidades
de cambio cerrado- sino las
ruedas del mingado (Viggiano Esain, 1966) -unidades de cambio
abierto- que garantizan la
tendencia permanente a la cobertura total.
Citaremos algunos ejemplos: En la zona de barrio Comercial y
Villa El Libertador y
desde la "Minga de la Tuberculosis" comenzamos con una unidad de
impacto de 26 familias
llave-clave y 15 instituciones que alcanz en el primer ao de
bsqueda de sintomticos
respiratorios a 8.865 contactos comprobados, aunque sabemos que
la multiplicacin fue
mayor. En la zona de Cortaderos desde la "Minga de la Diarrea
Infantil" comenzamos con una
unidad de impacto de 2 personas-llave-clave por sector (12 en
total) y la extensin de dos
instituciones y terminamos trabajando 146 personas adultas y una
institucin en tres aos en
una poblacin de 1.500 personas. Se comenz con una cobertura del
80 por ciento de los
nios menores de dos aos y se concluy con una cobertura total. A
diciembre de l992 nuestro
Mapa de Cobertura del Servicio dispona de 15.800 llegadas de
confianza dispuestas en toda
el rea de responsabilidad para afrontar problemas que la gente
priorice en el futuro.
Nuestra prctica fue eficaz en la medida en que fue
histrico-social, porque se apoy
en lo que los historiadores llaman estructuras de larga duracin
(Braudel, 1991). Estas, como
por ejemplo la Minga, de origen prehispnico, anidan en la vida
cotidiana de Amrica Latina -
aun en sus poblaciones urbanas- y pueden ser descubiertas desde
su eficacia actual. Estas
formas de cooperacin genuinas, observadas en su dinmica, en sus
modos de plegarse,
desplegarse y replegarse, encuentran una notable analoga con lo
que Prigogine llam
"estructuras disipativas" (Prigogine, 1991).
Aqu en ocasiones de acuerdo a la dinmica de estos sistemas y a
la calidad de la tarea
a resolver podemos ser pasantes de la accin comunitaria y en
otras colaborar con la familia
u otra institucin del rea por donde pase el poder en ese
momento. En estos sistemas de
trabajo est pautado de antemano que no haya "centros fijos" de
la accin comunitaria sino
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pasantes de ella. De acuerdo a estas reglas, ningn participante
tiene que devolver un poder
hegemnico que nunca le fue otorgado. Aqu el poder, concebido
como "ser capaz de...", nos
fue requerido a los profesionales externos slo cuando pudimos
llegar a "estar a mano", ser
"allegados" en trminos de confianza. Luego, y a medida que lo
permitimos, fuimos siendo
atrapados por las redes para ejercer al mximo nuestro poder
personal-profesional y soltados -
Fiesta mediante- para volver a la cotidianeidad. En otras
ocasiones participamos de acciones
comunitarias que requieren el poder de otros.
Desde esta perspectiva institucional se trata de administrar
deambulando (Peters,
1982), con altos niveles de eficacia y eficiencia, de trasladar
nuestra accin a la casa de
cualquier familia o institucin del rea de respuesta,
autoconvocndonos y permitiendo ser
convocados, todo de acuerdo donde se localice momentneamente la
necesidad y el
movimiento de la poblacin. Se trata de estar cada vez mas a mano
cotidianamente en
telaraas de libre participacin en ordenes complejos heterrquicos
(Von Foerster, 1991).3
Aqu la evolucin propia de la poblacin y de las instituciones
articuladas a ella
deberan generar y suprimir los programas sociales necesarios en
cada momento socio-
poltico. Desde estas micropolticas sociales se podran
retroalimentar las orientaciones
generadas desde las macropolticas.
Por otro lado, los sistemas democrticos formales, ya sean
representativos o
participativos, se veran revitalizados desde sistemas
democrticos genuinos4 que se
engendran cotidianamente en las poblaciones
indolatinoamericanas.
En sntesis, si bien pudimos observar desde sta perspectiva
institucional, que los
impactos de la accin comunitaria sostenida y permanente sobre
los problemas de la
micropoblacin a cargo - muchos de ellos de origen estructural -
han sido evidentes; el
verdadero aporte de este enfoque fu, durante estos ltimos doce
aos, que nos permiti
ayudar a sostener y aumentar la capacidad comunitaria que vena
desplegando la poblacin,
sus formas de cooperacin genuinas, imprescindibles para seguir
afrontando nuevos desafos
en el proceso de permanente bsqueda de bienestar.
3 Observando el modo en que se fue generando tal cambio de
perspectiva institucional en nosotros y especialmente el desenlace
tpico de tal relacin, la del conquistador que termina siendo
conquistado, encontramos un antecedente histrico importante en la
evolucin de los Cabildos Indgenas en Amrica. De la bibliografa
publicada al respecto y de sta la que lleg a nuestras manos, nos
sorprendi gratamente el
trabajo de Ximena Pachon C. (Pachon, 1980).
4"La tarea que espera a los latinoamericanos y que requiere una
imaginacin que sea a un mismo tiempo osada y realista, es encontrar
en nuestras tradiciones aquellos grmenes y races -los hay- para
afincar y nutrir una democracia genuina. Es una tarea urgente y
apenas si tenemos tiempo" (Paz, 1990).
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